Las caídas de la etapa inaugural provocaron las primeras bajas del Tour. Rafa Valls fue operado en el hospital de Niza por una fractura de fémur. Aunque en un primer momento se contó que se había roto la clavícula, los golpes y las heridas en hombros y brazos son superficiales.
El otro que no tomó la salida por lesión en la segunda jornada, Philippe Gilbert, se partió la rótula. Un tercero, John Degenkolb, también cruzó la meta de Niza el sábado, pero fuera de control, y por tanto resultó excluido por los jueces. El alemán sufría dolores en la espalda y la rodilla, y cubrió los últimos 65 kilómetros en solitario: “Un calvario para nada”.
Varios corredores con problemas sí partieron en busca de La Colmiane, Turini y Èze, un buen test. Wouter Poels sostiene una costilla fisurada, que le produjo hematomas en el pulmón y que le provoca molestias en el costado. David de la Cruz, con el sacro dañado, penó a cola de pelotón, como David Gaudu, molido a contusiones. Y si Mikel Landa perdió a Valls y se queda con Poels mermado en el Bahrain, él mismo se pegó “un leñazo considerable” en las costillas que se fracturó cuando le atropelló un coche en febrero: “Acudí al médico a revisar, no parece grave, aunque tocará pasarlo mal unos días”.
El alavés salvó todos los problemas de un complicado estreno en el Tour excepto la montonera de la pancarta de los tres kilómetros finales. Domenico Pozzovivo explicó en sus redes sociales que la provocó un aficionado al golpearle con el brazo en el casco… mientras intentaba realizar un selfie: “Gracias al espectador que me derribó a 50 km/h con su teléfono móvil junto a otros 20 ciclistas”. El equipo del italiano, el NTT, exigió respeto al público: “Desearíamos advertir a la gente. Por favor, retroceded cuando la carrera transcurra a vuestro lado”.
Info: AS
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