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LA MALDICIÓN ARCOÍRIS DE ALEJANDRO VALVERDE

Alejandro Valverde no cree en la brujería, pero comienza a sospechar que el infortunio que le agobia proviene de la leyenda endemoniada que tradicionalmente acompaña al arcoíris.

Relata la historia que el portador de maillot de campeón del mundo está condenado al maleficio durante su año de reinado. El español, tras la conquista del trofeo en Innsbruck, está rubricando el peor expediente de su trayectoria.

Ayer se retiró, a falta de 100 kilómetros, de la Lieja-Bastoña-Lieja, su carrera fetiche, esa que ganó cuatro veces y en la que ocupó el podio en dos ocasiones más. Junto a Eddy Merckx es el corredor con más presencias en el cajón de la clásica belga.

Ayer, Bala abandonó la prueba por los problemas provocados por una caída en los días previos a la partida de ayer. «Me caí entrenando el jueves. Me hice daño en el sacro, tomé la salida pero no hubo mejoría», justificó el líder del Movistar. La merma del rendimiento también podría deberse a los efectos nocivos de la picadura de una abeja el pasado miércoles durante la disputa de la Flecha Valona. Ese día, terminó undécimo, con una inflamación en la garganta.

En 2019, sólo ha ganado una etapa, en el Tour de los Emiratos Árabes Unidos. En la Milán-San Remo acabó séptimo y en el Tour de Flandes, octavo. En el Tríptico de las Ardenas ha sumado sus peores resultados. Antes de la retirada en la Lieja, acabó undécimo en la Flecha Valona (esa carrera ya la conquistó en cinco ocasiones) y fue 66º en la Amstel Gold Race.

Los réditos conseguidos en lo que va de temporada son muy pobres para un ciclista que a estas alturas de curso generalmente ya superaba las cinco victorias.

A sus 39 años, evidentemente, las facultades ya no son las mismas que antaño, pero sorprende el brutal descenso de prestaciones. Si ayer hubiese estado en condiciones habituales, habría peleado por el triunfo en la ciudad surcada por el navegable río Mosa.

Ahí, donde ayer Jakob Fuglsangsepultó esa molesta categoría de segundón que le perseguía en las últimas semanas. El danés fue segundo en la Flecha Valona y tercero en la Amstel Gold Race. Siempre superado por Alaphilippe. Sí se adjudicó la general de la Vuelta Andalucía y una etapa en la Tirreno-Adriático. Ayer, el rodador del Astana atacó a falta de 15 kilómetros para romper el grupo cabecero y noquear a Alaphilippe, el gran favorito tras sus exhibiciones en la Flecha Valona, Strade Bianche y Milán-San Remo. En la refriega entre ambos apareció Mikel Landa, que terminó en la séptima plaza. Lo mejor del año del alavés. Gran golpe de confianza para el Giro de Italia. El vasco se sintió libre de ataduras con la retirada del Valverde.

El murciano, desconcertado ha empezado a repasar los maleficios que tradicionalmente han minado a la mayoría de los portadores del maillot arcoíris. La lista de damnificados está repleta de corredores ilustres. El belga Stan Ockers ganó el Mundial de 1955 y murió 12 meses después por una caída en el velódromo de Amberes. Tom Simpson, triunfador en 1965, se rompió una pierna esquiando y no ganó nada durante un año, falleció en 1967, cuando ascendía el Mont Ventoux por una insuficiencia cardiaca ocasionada por una mezcla de anfetaminas y alcohol.

Stephen Roche, después de anotarse el Tour y el Giro, se fracturó una rodilla y ya nunca volvió a ser el mismo. Jean-Pierre Monseré murió tres meses después de ser campeón al ser atropellado por un coche. Zoetemelk, Armstrong, Rudy Dhaenens y Luc Leblanc se quedaron inéditos durante una temporada. Rui Costa y Kwiatkowski apenas sumaron un par de victorias. Como el desconcertante Valverde.

Info: El Mundo

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