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UNA CAMPEONA OLÍMPICA CONFESÓ QUE PENSÓ EN SUICIDARSE

La historia choca porque se supone que los deportistas de éxito son personas felices, que cumplen sus sueños y tienen lo que quieren. Pero no es el caso de Victoria Pendleton, una de las ciclistas de pista más laureadas de la historia. La británica, nacida hace 38 años en Hitchin, ha sido nueve veces campeona del Mundo en distintas especialidades y posee dos oros olímpicos, conseguidos en Pekín 2008 y Londres 2012. También ha sufrido una depresión y ha estado a punto de suicidarse. 

Así lo cuenta en el diario británico The Telegraph. El verano pasado, cuando volvió de un intento de ascensión fallido al Everest y poco después se divorció de su marido, el entrenador de ciclismo Scott Gardner, entró en un estado de pánico. Le recetaron, entre otras cosas, Prozac, un potente antidepresivo, y pastillas para dormir, que lo único que consiguieron es que se sintiera «como un zombie». 

Al cabo de poco tiempo, Pendleton tocó fondo: «Eran las 6:30 de la mañana, llevaba despierta horas. Recuerdo que estaba tumbada en la cama, con lágrimas corriéndome por las mejillas. No estaba llorando como tal, simplemente tenía una sensación de desesperación. Estaba muy abajo animicamente y simplemente pensé: ‘No quiero llegar a mañana». La exciclista cuenta que acumuló «una vez y media» la cantidad de drogas que necesitaba para quitarse la vida: «Las tenía delante y sabía cuánto necesitaba y cuanto tiempo tendría que pasar para que hicieran efecto». 

Finalmente tomó una decisión mucho mejor. Llamo al psiquiatra de la Federación Inglesa y del equipo Sky, Steve Peters, que envió directamente allí al hermano de Pendleton: «Él puso un poco de cordura en todo lo que pasaba y estoy muy agradecida de que cogiera el teléfono. Sino seguramente no estaría aquí». 

A partir de ese episodio, se mudó con su madre por unos meses. Siguió un tiempo fantaseando con la idea del suicidio, pero poco a poco su estado mental mejoró. Especialmente desde un viaje que hizo sola a Costa Rica, en contra de las recomendaciones de familia y amigos, en el que se pasó todo el día surfeando y se olvidó de sus demonios: «Fue mucho mejor que cualquiera de las drogas que me habían recetado. Fue como doblar una esquina». 

Ahora la británica colabora en el proyecto The Wave Project, que utiliza el surf como terapia para gente joven que sufre problemas mentales o de otro tipo. Cree firmemente que salir de su zona de confort y contar su experiencia públicamente la ha ayudado. Y quiere que otros también tengan esa oportunidad. 

Info: AS

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