Como todas las mañanas, Franco Barroso abrió su computadora mientras Mónica, su mamá, le servía el desayuno. Le puso tres cucharadas de azúcar a su café con leche y de pronto dejó de batir, se paró y gritó de alegría... "¡Mamá vení, leé! Por favor, decime que esto es cierto...". Franco,