Se disputaba la quinta etapa del Giro de Italia Sub-23. El tramo entre Sorbolo Mezzani y Passo Maniva, de 158 km, terminaba en alto, terreno ideal para los ciclistas colombianos, sitio preciso para sentenciar la carrera, la que dominaba Andrés Camilo Ardila Ordóñez.
Había una fuga, pero eso no fue problema para los pedalistas nacionales. Ardila, que hoy celebra el título, se ‘cansó’ de andar en el lote. Saltó a 8,5 km de la meta. Su paso fue impresionante. Pedaleó con las mismas fuerzas con las que lo hace cuando sube al alto de Letras.
Andrés Camilo comenzó a recoger pedalistas y dos kilómetros más adelante llegó al lote puntero. Los miró. Vio que sus caras no eran las mejores, sus rivales estaban poseídos por el cansancio, iban con lo justo, por eso el corredor tolimense no lo pensó dos veces y volvió a apurar el paso.
El joven ciclista, un kilómetro más adelante, ya estaba acompañado por su compatriota Éiner Rubio. Ambos se pusieron de acuerdo para sacar más ventaja, con la idea de aumentar la diferencia.
Fue un ataque fulminante, propio de un Alberto Contador, que dio sus frutos, porque Ardila ganó la jornada, aumentó la diferencia y comandó una fiesta colombiana, porque detrás de él entraron Jesús Peña, Rubio y Juan Alba, en un 1, 2, 3 y 4 histórico para el ciclismo colombiano, una actuación sensacional que fue la cuota inicial para un título inolvidable.
En medio de aguacates
Ardila nació en el municipio de Mariquita, Tolima, el 2 de junio de 1999, en el hogar de Camilo Ardila y Martha Ordóñez. Tiene una hermana de 17 años, Laura Vanesa, y se levantó en el campo.
La Esperanza, así se llama la finca en la que los Ardila Ordóñez tienen su nido familiar, pertenece a la vereda Cerro Gordo, está a unos 45 minutos en moto de Mariquita.
Allí, Andrés Camilo aprendió que la vida no es fácil y gracias a las enseñanzas de sus padres, a que sabe cómo es ganarse un peso, pues no le fue difícil sembrar y a recoger aguacates, cortar la caña e ir a la molienda.
Martha habla de que campeón del Giro Juvenil fue un muchacho juicioso, que no les dio problemas.
“Siempre le gustó el deporte. Se levantaba temprano, iba a la escuela, volvía a la finca, bajaba al pueblo a entrenar y ayudaba en la casa”, señaló su mamá.
Cuando Andrés cumplió 8 años, la familia fue a visitar a un tío. Camilo se enamoró de una bicicleta que estaba arrumada y su papá pidió que se la regalarán.
Se fueron para la finca, compraron algunos elementos, los cambiaron y el pequeño Andrés comenzó a montar en bicicleta. Ahí nació todo.
“Lo primero que hacía era montar en los pernos a su hermana. Se la pasaban jugando por la finca, esa bicicleta fue un juguete y el medio de transporte para los dos”, recordó su papá.
Andrés Camilo es bachiller. Terminó en el colegio Francisco Núñez y su papá le dijo que debía escoger entre seguir en las aulas o el ciclismo.
“Es que uno no puede hacer bien las dos cosas al mismo tiempo. Por eso le dimos a escoger y se quedó con la bicicleta”, contó Camilo, que es ciclista recreativo.
Cuando tenía 13 años, Carlos Pérez, un reconocido técnico de ciclismo de la región y a quien conocen como ‘Ramillete’, le dio la mano y le ayudó.
“Le gustaba montar. Era bueno en todos los terrenos y lo que hicimos fue pulirlo, en enseñarle y ahí va”, le dijo Pérez a EL TIEMPO.
La comunidad de Mariquita supo de Andrés Camilo y le ayudaron. Se hicieron colectas para que fuera a correr las clásicas locales y nacionales.
“Recogíamos de $ 10 mil, $ 20 mil, así nos ayudaba la gente, a la que hoy en día se le agradece”, comentó el DT.
Mauricio Borraez se llevó a vivir Andrés a Mariquita, con eso se quitó el peso de encima de bajar al pueblo y volver a subir en la bicicleta para entrenar.
Alejandro Galindo, alcalde de Mariquita, también ha sido importante en la carrera del campeón del Giro, pues entregó dinero, prestó el carro y la camioneta para que Andes Camilo fuera a correr.
“Hoy recuerdo por lo que hemos pasado, pero mire que la vida nos ha ayudado. Nosotros nunca pasamos necesidades, pero no nos sobró”, precisó Camilo, al papá.
Pérez se lo recomendó a Raúl Mesa, el manager del equipo EPM y luego de tanta insistencia el técnico antioqueño le dio el sí en el 2018.
Pérez dice que Andrés Camilo tiene un corazón muy grande, que es una persona que se acuerde bien de los que le ayudaron. El primero de enero del 2017 cogió su bicicleta y bajó al pueblo llevando tamales. Se los iba a regalar a su DT, pero perdió el equilibrio, se cayó y terminó en el hospital.
Se ‘voló’ varios dientes y el tratamiento costaba mucha plata, no había con qué cancelarlo. El técnico habló con Leonardo Vivian, un odontólogo amigo, quien lo trató, cobró poco y le solucionó el problema.
Luego de su victoria en Italia, a Andrés Camilo le llovieron ofertas. Ya tiene tres propuestas de equipos grandes para firmar, pero prefiere esperar. Primero debe disfrutar el triunfo, volver al país, estar con su familia y con los que le ayudaron, analizar lo que hará y aterrizar, porque él mismo no se ha dado cuenta la hazaña que ha conseguido.
Info: El Tiempo
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