El ciclista profesional del equipo Astana, Davide Martinelli, es uno de los millones de ciudadanos en Italia que están luchando contra el Coronavirus. Equipado con una mascarilla, guantes y su bicicleta, cada día reparte con sus bicicleta alimentos y medicamentos a las personas más vulnerables. Y que nadie piense que lo hace por «entrenar» ya que apenas realiza kilómetros (para un ciclista profesional) y diariamente está muy expuesto a contraer la enfermedad.
El ciclista del Astana vive en Lodettesi, al norte de Italia, una de las regiones más castigadas del mundo por el coronavirus y en un momento decidió que no podía quedarse de brazos cruzados en su casa, tenía que ayudar. Así ha explicado el propio Martinelli cómo surgió la idea y cómo está siendo su labor:
«Todo nació gracias a un grupo de jóvenes de Lodettesi, entre los que se encontraba mi primo Stefano, que organizaron la entrega a domicilio de medicamentos y alimentos a las personas, especialmente a los ancianos, que no tienen la posibilidad de ir a Rovato a comprarlos.»
«He escuchado varias historias, que me han conmovido, de personas incapaces de ir a nuestra capital que, gracias a estos voluntarios, han resuelto sus problemas! A lo largo de los años he recibido mucho de mi comunidad pero no había tenido la oportunidad de devolverlo debido a la vida que a menudo me lleva a estar lejos de casa.»
«Estoy muy apegado a mi Lodetto, una comunidad de poco más de 1500 personas, donde por desgracia no hay ni farmacia ni tienda de comestibles! Dentro de mí pienso: esta es mi oportunidad de hacerme útil y devolverle el favor a las muchas personas que siempre me han apoyado a lo largo de los años, y echar una mano a aquellos que lo necesitan en este momento.»
«Tengo una bicicleta, 2 piernas (ahora no muy entrenadas) y una mochila, y nada… hoy tuve el honor de ir a la farmacia a recoger algunas medicinas para una pareja de ancianos, en total 30 minutos y unos diez kilómetros, nada especial para un profesiona, pero cuando las entregué en la puerta de la casa, obviamente con las precauciones necesarias (mascarilla y guantes) sentí un agradecimiento, que todavía ahora retumba en mi cabeza.»
«Soy el hombre más feliz del mundo, el ciclismo es hermoso, todo es hermoso, pero ser útil a los demás no tiene precio.»
Esperamos que pronto todo esto acabe y Martinelli pueda seguir entrenando con normalidad, pero sin duda que en su región se ha ganado aún más el cariño de sus vecinos.
Info: Brújula Bike
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