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THIBAUT PINOT, EL CICLISTA QUE DIVIDE A FRANCIA

A Thibaut Pinot no le gusta cuando le dicen que representa a la Francia profunda y rural, que los agricultores de la región de la Planche des Belles Filles se sienten cercanos a él como los de todo el país. Y no es prepotencia, solo que prefiere no generar esperanzas que después él mismo puede destruir.

“Estoy cuarto en la general y no quiero ilusionarme”, dice el ciclista del Groupama-FDJ, equipo que es la sensación en cada población a la que llega el Tour (de sus ocho corredores, seis son locales).

Pinot se aparta del bullicio, no accede a tomarse fotos con nadie y en cuanto puede se sube al bus para huirle al calor, a las entrevistas y a las miradas expectantes.

Ocultarse parece el mecanismo escogido no solo por él, sino por su director Marc Madiot, el efusivo hombre que casi se queda sin voz cuando su pedalista ganó en el Tourmalet. “Que esté tranquilo, es lo único que necesitamos”. Su hermano Julian, quien hace las veces de mánager, también lo blinda de las presiones externas.

Pinot ha demostrado, en lo que va de carrera, que es el escalador más sólido, o por lo menos el de los arrancones a más de dos mil metros sobre el nivel del mar. Y esa emoción, que no lo deja tener la cabeza fría, es lo que ha dado espectáculo, pues hasta ahora, cuando ha cambiado de relación, el resto se ha quedado pegado.

De las jornadas largas y desgastantes, el francés emerge más fuerte. Y se pega al tren del Ineos porque a veces su escuadra no tiene lo suficiente para llevarlo y se aprovecha de la fortaleza de los otros y ataca, gana y festeja con enojo como en los Pirineos, el día en el que Egan Bernal tuvo que ver su dorsal alejándose.

Aún hoy, una semana después de los abanicos que lo cortaron en la décima etapa, Pinot no olvida el descuido y habla de este con uno de los mecánicos, y el hombre de anteojos grandes le dice que ya no vale la pena, que hay que ir para adelante, que su terreno predilecto ya viene para que rompa todo otra vez.

“Potente y ligero”, exclama el personaje antes de alcanzarle su bicicleta para que vaya a la firma de planilla. Para hacerse una idea: el lunes 15 de julio estaba a 2:33 de su compatriota Julian Alaphilippe y ahora está a 1:50; es decir, que luego de la primera tanda de ascensos descontó 43 segundos, un montón si se piensa en subir y en lo que resta de la última semana.

Pinot, que dedica su tiempo libre a pescar, y a cuidar las gallinas y las cabras que tiene en una casa enclavada en las montañas, siempre ha sido solitario, desde muy niño, y disfruta de la vida ermitaña, del campo y el aislamiento de la civilización. Y odia el ruido de las ciudades, y los afanes y los horarios, y las citas y los trancones y el aire contaminado. “Le encanta la naturaleza. Se resguarda en esta. Y por eso es callado, tímido y pasa de grosero, pero es muy noble”, resalta Manuel Martínez, periodista del diario L’Equipe.

Los medios franceses creen que es su oportunidad para triunfar en la carrera más importante del mundo. Que si neutraliza a Egan Bernal en los Alpes tendrá muchas opciones de vestir de amarillo en París. De hecho, los más arriesgados se atreven a decir que hoy le quitará el maillot jaune a su compatriota Julian Alaphilippe, o por lo menos quedará muy cerca de ser líder.

Pero, aunque todo suene perfecto, hay algo que podría dañar todo: el clima. Thibaut disfruta del frío y la lluvia, pero sufre con el calor y la humedad. Y es muy frágil cuando el sol es inclemente, y, además, es alérgico al polen.

“Es una de las cosas con las que no se puede pelear. Es un mal que lo ha dejado sin grandes triunfos, pero él mismo dice que está más fuerte, que su preparación fue ardua y que puede que el cuerpo resista hasta los Campos Elíseos”, añade Martínez. Pinot tiene a Francia dividida: están los pulsionales que no cambian a Alaphilippe y su manera de ser, y los más racionales que le apuestan todo a Pinot, pues creen que pasó de ser débil a implacable.

Los aficionados mayores, que hablan de las batallas entre Bernard Hinault y el holandés Joop Zoetemelk (el francés le ganó tres veces el Tour), alientan a Pinot, pues para ellos es el único que intenta romper el método y cambiar el ritmo de una prueba que se limita al imponente paso en el comienzo de los ascensos y al sufrimiento de las piernas al final.

Hay fascinación y admiración, algo a lo que Thibaut espera responder no con fotos y autógrafos, sino con el título de una competencia esquiva para los franceses desde 1985, cuando Hinault ganó su quinta corona en la Grande Boucle. “Sería el mejor regalo que me puedo dar y que puedo dar. El más importante para todos”.

Se vienen las tres etapas claves 

Las tres etapas en los Alpes, de jueves a sábado, son la atracción del Tourde Francia 2019, que el domingo finalizará, como es tradición, en los Campos Elíseos.

Jueves: La hora de los gigantes –

18ª etapa: Embrun – Valloire, 208 km 

Vars, Izoard y Galibier, tres de los grandes clásicos de los Alpes por encima de los 2.000 metros se escalarán en el primer acto del tríptico. Si la interminable subida por Lautaret, camino del Galibier, puede frenar los instintos ofensivos, Andy Schleck fue capaz de irse al ataque desde lejos en 2011, a partir de Izoard.

En la cima del Galibier solo quedan 19 kilómetros, un rápido descenso para llegar a la meta.

Viernes: Las cimas – 

19ª etapa: Saint-Jean-de-Maurienne – Tignes, 126,5 km 

La jornada de todos los riesgos para aquellos que no aman la altitud. Tres subidas en la Haute-Maurienne conducirán al Iseran, el puerto más alto de esta edición (2770 m), subido por su vertient sur, pocas veces tocada por el Tour.

El descenso encadena sin transición con la ascensión final a Tignes, dura, sobre todo en su primera parte, antes de dos kilómetros en falso llano. La etapa ideal para crear diferencias. 

 Sábado: La última oportunidad –

20ª etapa: Albertville – Val Thorens, 130 km 

El Cormet de Roselend, inédita subida de Longefoy, y sobre todo la larga ascensión a Val Thorens. La lucha por el maillot amarillo concluirá en los 33 kilómetros de la ascensión hacia la estación de esquí más alta de Francia, a una altitud de 2.365 metros. La pendiente media es moderada (5,5 %) pero la fatiga de tres semanas de carrera puede pesar. Todo es posible.

Info: El Tiempo

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