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El dilema de Peter Sagan, entre el Giro y las clásicas

La pandemia del coronavirus y sus efectos sobre el calendario internacional UCI y su posterior compresión afecta los programas de todos -equipos y corredores- y especialmente el de varias estrellas del pelotón. Y entre ellas está la mejor pagada del mundo que no es otra la que hace brillar más que nadie -por resultados deportivos ya decrecientes e indudable difusión mediática- Peter Sagan.

El eslovaco lo tenía todo previsto en este 2020. Sus monumentos preferidos –Milán-Sanremo, Vuelta a Flandes y París-Roubaix– y sus pruebas de un día y por etepas complementarias, su debut por fin en el Giro de Italia, su fija presencia en el Tour de Francia y sus dudas en los exigentes Juegos Olímpicos de Tokio y el aún más exigente Mundial de fondo en carretera de Aigle-Martigny, fuera del alcance de sus robustas extremidades.

Ahora todo se le ha dado la vuelta y tiene que permutar toda su amalgama de dorsales en la que es su duodécima campaña como profesional -tiene contrato hasta fin de 2021– con un palmarés de 116 victorias, paralizadas desde la pasada gran ronda francesa.

El problema no reconocido -ni quizás lo haga- es que tiene un fijo de salida firmado -como Froome en 2018– para estar en su primera presencia en la Corsa Rosa -ya estuvo en la presentación oficial junto al último vencedor Carapaz-, uno de los objetivos que motivaba a un corredor que, en ocasiones, se aburre con el ciclismo de ruta y más de haber ganado casi todo lo posible para sus tremendas facultades.

Y los documentos están para cumplirse -«pacta sunt servanda»- y más por parte de la empresa italiana RCS que desea al corredor del Bora alemán en su aún desconocida salida tras la suprimida húngara.

De esta forma, si no hay acuerdo y/o rescisión entre ambas partes- Sagan empezaría su campaña en Italia con Strade Bianche (1 agosto) y Milán-Sanremo (8) y descansaría hasta su debut en el Tour con la opción de ganar más etapas y llevarse por octava vez el maillot verde a la regularidad, donde ya ostenta el récord de esta clasificación desde 2019 superando las seis de Erik Zabel.

Y de ahí al Giro de Italia del 3 al 25 de octubre -solo 12 días de descanso entre ambas rondas- para poder entrar en el selecto club de ganadores de etapas en Vuelta, Tour y Giro.

Esta elección supone que no podrá estar en Amstel Gold Race -no es habitual en La Flecha Valona y Lieja-, Gante-Wevelgem, Vuelta a Flandes, Brujas-De Panne y París-Roubaix, el mismo día del final del Giro en Milán.

Un sacrificio para un corredor indispensable en unas carreras donde siempre es protagonista y aspirante sempiterno al podio. Corredor, equipo y Giro tienen una buena almohada hasta que se reinicie el calendario y vuelva todo, por fin, a la normalidad.

Info: Ciclo 21

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